Cosas del tenis
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Christian Garín, 34° en el ranking de la ATP, comentando sus impresiones sobre los top ten, señaló: “Me llamó mucho la atención la tranquilidad con la que entrenan los mejores jugadores, me impresionó la calma con la que se toman todo”.
Interesante observación. En efecto, el buen tenis, como todo buen deporte y todo en la vida, se juega más con la cabeza que con los músculos. Tiene mucho que ver con serenidad, sangre fría, bajar los niveles de ansiedad. No es tarea fácil. Controlar los impulsos, medir nuestros actos, “colocar bien la pelota”, exigen cuidado milimétrico, además de control interior, alta concentración, nervios de acero.
En una anécdota atribuida a Napoleón, se cuenta que, viendo el emperador lo atribulado que estaba su ayudante con sus ropas, le dice: “Vísteme despacio, que tengo prisa”, aludiendo a que, con calma, se cuida de los detalles y se logra más que con prisas atarantadas.
El emperador Augusto decía algo semejante a sus ayudantes: “Caminen lento si quieren llegar más pronto a un trabajo bien hecho.” La ansiedad, los atarantamientos, a nada bueno conducen. Generalmente la ansiedad es el resultado de preocupaciones desmedidas, de “darle vueltas” a problemas sin abordarlos del todo bien. Como resultado, las consecuencias psicológicas que provoca son peores que la situación que la originó. “Festina lente” dicen los latinos; “Sin prisas, pero sin pausas”.
San Francisco de Sales repetía: “Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrar siempre con tranquilidad y calma.” A nivel país tenemos varios tristes ejemplos de grandes obras realizadas con premura, fruto de improvisaciones y prisas. En fin, igual los malos ejemplos sirven de algo: muestra triste de cómo no hay que hacer las cosas.
Es conocida la célebre oración de Santa Teresa de Ávila en que pide justamente paciencia y paz: “Nada te turbe / Nada te espante / Todo se pasa / Dios no se muda / La paciencia todo lo alcanza / Quien a Dios tiene / Nada le falta”.
El siglo XXI es la era de las ansiedades, donde pareciera que abunda un estado de desazón permanente. Nunca se está a gusto, sereno, tranquilo. Los medios de comunicación nos han regalado la ilusión de poder estar en varias partes a la vez. Y en ninguna al mismo tiempo.
“Un corazón en paz descubre una fiesta en cualquier aldea.” La tristeza que a veces nos puede inundar, esa intranquilidad abrumadora que quizá nos consume, se vencen aplicando una buena dosis de paciencia, serenidad, cultivo de una vida interior, a todo lo que realizamos. Cosas que enseña el tenis.